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Conceptualizando la Innovación Social Universitaria (ISU)

A partir de la Reforma de Córdoba en 1918, al incluir la extensión universitaria entre las reformas exigidas por el movimiento estudiantil, se inicia en Latinoamérica un extenso proceso de involucramiento de la universidad con la sociedad.

Este involucramiento ha tomado múltiples facetas (ver, por ejemplo: “Entre la comunidad y el mercado. Los ámbitos y usos de la tercera función sustantiva en México” (Molina y Ejea, 2019) o “Análisis institucional de los modelos de vinculación con la sociedad de las universidades en el Ecuador” (Zenck, 2019). Así, han sido descritas algunas tareas como: la difusión cultural, la extensión universitaria, la vinculación con el sector productivo y, más recientemente, la noción de responsabilidad social universitaria que incluyen entre otras: las actividades culturales y deportivas, la prestación de servicios a la comunidad, la comunicación de la ciencia, la movilidad universitaria y la vinculación institucional.

Siempre dentro de esta visión, en Venezuela se aprueba en 2004 una “Ley de Servicio Comunitario del Estudiante Universitario” que tiene por objeto “… regir la prestación del servicio comunitario que, por mandato constitucional, le corresponde a los o las estudiantes de educación superior a nivel de pregrado que aspiren al ejercicio de cualquier profesión”. Sin embargo, los resultados todavía no son claros: “los estudiantes están poco convencidos de lograr la integración universidad-comunidad debido, tal vez, a que no tienen claro lo que significa aprendizaje-servicio necesario para el fortalecimiento de dicha integración” (Ruiz, 2011); todavía no se siente el impacto generalizado de estas acciones y la sociedad percibe en muchas ocasiones que la universidad “…es como un jarrón chino, …; una reliquia valiosa que estorba en todas partes y que nadie sabe dónde poner”[i].

Más demandas

Hemos expresado que ahora la urgencia y las demandas sobre la universidad son más fuertes que en el pasado, “porque de hacer país a remendar país (que es de lo que estamos urgidos), hay una distancia”, y ahora tenemos que remendar un país muy afectado.

Para lograr lo anterior, la universidad debe evolucionar su visión de extensión a la de Innovación Social Universitaria (ISU): pero el camino a seguir para lograr estas innovaciones sociales con y desde la universidad debe ser visto en forma distinta a la hasta ahora practicada, se deben incorporar visiones como las de Tünnermann Bernheim (2017), quien, hace más de 20 años nos recordaba:” La función de extensión, a la par de la docencia y la investigación, forma parte integral de la misión educativa de las instituciones de educación superior. Las tres funciones deben estar presentes en las políticas y estrategias de las instituciones, apoyándose, interrelacionándose y enriqueciéndose recíprocamente (resaltado nuestro). En lo fundamental, estimamos que sigue siendo válido que una estrecha interacción Universidad-Sociedad se encuentra en el corazón mismo de los programas de extensión. Estos deben concebirse, diseñarse y llevarse a cabo en diálogo constante con la comunidad y mediante la plena inmersión de la Universidad en la problemática de su sociedad”.

Para lograr esa “estrecha interacción Universidad-Sociedad” consideramos importante enfocarla desde la perspectiva de la Innovación Social. En lo que sigue presentaremos alguna bibliografía que debe ayudar a definir lo que debemos entender por ello. La expresión Innovación Social, relativa al “desarrollo e implementación de nuevas ideas, productos, servicios y programas para satisfacer las necesidades sociales” (Rizzo et al., 2020), es relativamente reciente. Se refiere al concepto generado en la publicación “Medición de las Actividades Científicas y Tecnológicas. Directrices propuestas para recabar e interpretar datos de la innovación tecnológica: Manual Oslo“[ii], en 1997 (ver por ejemplo Garaventta et al, 2012).

 

Modelos de innovación

La primera edición del Manual de Oslo data de 1992, se trata de una publicación de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico y se centró en el sector manufacturero; la segunda edición, de 1997, amplió su aplicación al sector servicios. La tercera edición, de 2005, es el resultado de experiencias acumuladas desde la edición de 1997 y de las necesidades de los gobiernos de adecuar sus políticas de innovación, en la misma se amplían y redefinen los conceptos básicos y se tienen en cuenta dos nuevas modalidades de innovación, ambas no tecnológicas: la innovación en mercadotecnia y la innovación organizativa”.

El citado Manual distingue cuatro tipos de innovación: de bienes, de procesos, organizativa y de mercadotecnia. Sin embargo, hay innovaciones sociales no orientadas a los mercados.  Echeverria (2008) ha propuesto un nuevo marco conceptual para identificar buenas prácticas de innovación social, que está basado en los diferentes tipos de valores que son satisfechos por las prácticas innovadoras. La aceptación social y el uso de las propuestas innovadoras constituyen los criterios principales para construir sistemas de indicadores de innovación social. Este autor propone como hipótesis conceptual que los diversos tipos de innovación pueden distinguirse en función de los diversos valores que tienden a satisfacer:  económicos, empresariales, tecnológicos y científicos, pero también sociales, ecológicos, culturales, jurídicos, etc. 

Estudios para reforzar la Innovación Social se adelantan desde el 7º Programa Marco de la Comisión Europea  (2014-2016), dentro del proyecto SIMPACT, acrónimo de «Boosting the Impact of SI in Europe through Economic Underpinnings». El consorcio del mencionado proyecto está formado por doce instituciones de investigación europeas y está liderado por el Instituto de Trabajo y Tecnología de la Universidad de Westfalia Gelsenkirchen en Alemania. (Pelka & Markmann, 2015).

Sin embargo, y aunque es cada vez más citado en diferentes estudios, el concepto de innovación social es aún heterogéneo y sin límites definidos, y su análisis se está generando en cuatro niveles: general, macro, meso y micro, cada uno con sus tendencias internas. (ver por ejemplo Maestre Matos et al, 2021). En el sentido de la Innovación Social Universitaria, algo se ha venido avanzando en Hispanoamérica, ver por ejemplo el trabajo de Jurado-Paz y Morán—Vallejo relativo al diagnóstico del Programa de Internado Rural Interdisciplinario adelantado en una institución universitaria colombiana (2019).

Desde nuestra visión (ver conferencia ante la Academia Nacional de la Ingeniería y el Habitat), no se trata de visualizar a la universidad en su papel tradicional de gran organización capaz de acometer proyectos “importantes”, y así modelar el ciclo de vida de la IS representándolo como un proceso general de innovación para aprovechar las oportunidades del mercado. Si bien la IS es comparable a la innovación empresarial en algunas características, sigue siendo bastante diferente; por lo tanto, la aplicación directa de conceptos y marcos provenientes de estudios sobre negocios no siempre es posible, ni lo más adecuado. Esto es particularmente cierto para las redes sociales que pueden ser aprovechadas por la empresa universitaria, para lograr impacto, tanto social como económico. En las IS y en línea con Santos et al. (2013), es más relevante analizar el ciclo de desarrollo de la solución IS, que buscar cómo la empresa aspira a maximizar el valor de la propia organización.

Retos del nuevo ciclo

Es necesario entonces aceptar que cada universidad debe incursionar en procesos creativos del tipo investigación – acción para definir y aclarar la forma más conveniente dado su entorno y características -. Como han establecido Rizzo y col (2020), se debe aceptar que los procesos artesanales y la improvisación, más que la planificación estratégica, surgen como las herramientas más comunes utilizadas por los innovadores sociales para hacer frente a la escasez de recursos (característica permanente en nuestra realidad actual); esta es una situación ideal para capacitar a los estudiantes en Servicio Comunitario. Por su parte, los actores intermedios (las universidades y las organizaciones bisagras) deben centrarse en los esfuerzos por generar en las IS capacidades mínimas en competencias gerenciales y en el conocimiento vertical del sector a ser atendido. Se requiere más investigación en Modelos de Negocios a fin de facilitar los procesos de negociación entre las partes involucradas, no acostumbradas a ello, y, se requiere más trabajo teórico sobre cómo medir el impacto de la IS universitaria. Estos son los retos a enfrentar en el nuevo ciclo.

 

Fuentes:

Echevarría, J. (2008). El manual de Oslo y la innovación social. Arbor, 184(732), 609-618.

Garaventta, G. N., Cordero, M. C., & Rapallini, J. A. (2012). Pautas para evaluación de la innovación tecnológica. Ingenerare.

Jurado-Paz, I. M., & Morán-Vallejo, M. A. (2019). Gestión universitaria de la innovación social promovida desde espacios académicos relacionados con el emprendimiento, la investigación y la proyección social. Revista de investigación, desarrollo e innovación, 9(2), 261-272.

Maestre, L., Cabas, A. P., Lombana, J., & Vega, J. (2021). Innovación social: un análisis bibliométrico del concepto y sus tendencias actuales. Revista Universidad y Empresa, 23(41).

Molina, A., Ejea Mendoza, L.T. (2019) Entre la comunidad y el mercado: Los ámbitos y usos de la tercera función sustantiva universitaria en México 10.25009/uv.2148.719, ISBN: 9786075027593, México : Universidad Veracruzana

Pelka, B., & Markmann, M. (2015). Criteria & Recommendations to Strengthen Social Innovation. Deliverable D4. 2 of the project ‘Boosting the Impact of SI in Europe through Economic Underpinnings’(SIMPACT), European Commission–7th Framework Programme.

Rizzo, F., Deserti, A., & Komatsu, T. (2020). Implementing social innovation in real contexts. International Journal of Knowledge-Based Development, 11(1), 45-67.

Ruíz, L. (2011). Impacto de la Ley del Servicio Comunitario del Estudiante de Educación Superior en el Núcleo Universitario” Rafael Rangel”-Trujillo. Educere, 15(50), 251-264.

Santos, F., Salvado, J. C., Carvalho, I. L. D., & Schulte, U. G. (2013). The life cycle of social innovations. In Social Innovation (pp. 183-195). Thomas Osburg, René Schmidpeter, Editors Springer, Berlin, Heidelberg.

 

Tünnermann Bernheim, C. (2017). El nuevo concepto de la extensión universitaria.

 

Zenck, M. D. C. (2019). Análisis institucional de los modelos de vinculación con la sociedad de las universidades en el Ecuador. Quito: PUCE. Recuperado de: https://bit. ly/2Z3KCsl.

 

 

 

 

[i] https://www.abc.es/opinion/abci-jarron-chino-200604230300-1421253935508_noticia.html

[ii] http://www.itq.edu.mx/convocatorias/manualdeoslo.pdf

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