Acabamos de recibir y leer con entusiasmo el documento (en inglés) Resumen Ejecutivo del estudio Estrategias para reconstruir las capacidades de investigación en Venezuela (nov. 2020). Interesante esfuerzo que debiera servir, en nuestra opinión, para abrir un debate nacional acerca de la utilización de conocimiento en nuestro país, y el papel que dentro de este sistema deberá tener la investigación, máxime cuando Venezuela ha quedado fuera de este tipo de análisis en tiempos recientes, ver por ejemplo Mirada Iberoamericana a las políticas de ciencia, tecnología e innovación: Perspectivas comparadas (2016). Lo que sigue son solo algunas de las reflexiones que nos surgen gracias a la iniciativa de The Global Development Network y el International Development Research Center (IDRC).
El documento concluye adelantando cinco estrategias básicas, a saber:
1.- Invertir en los núcleos resilientes existentes.
2.- Conectar estos núcleos entre sí y con la demanda de conocimiento existente
3.- Apoyar nuevos arreglos institucionales entre grupos del sector privado y los investigadores.
4.- Fortalecer relaciones con la diáspora de investigadores y otros profesionales
5.- Establecer lineamientos para la cooperación internacional.
Desde nuestra perspectiva, la gran falla o ausencia en nuestro medio ha sido el no generar adecuada demanda por conocimiento desde la sociedad, por lo que el conocimiento generado ha venido fundamentalmente desde la oferta. Esto contrasta con experiencias desde otras latitudes, como lo fué el Premio Longitud del Parlamento inglés !en 1714! que buscaba un método simple para determinar la posición exacta de un navío en alta mar. El reto entonces debería estar en resolver cuestiones tales como: ¿Cómo hacemos para incrementar la demanda de conocimiento desde la sociedad en aquellos casos requeridos para nuestro desarrollo en general; no solo en lo económico-productivo, sino también en lo social por ejemplo?, ¿Cómo generar un Estado en capacidad de definir sus necesidades de conocimiento, obtenerlo, o motivar a quienes puedan generarlo para que lleven adelante la tarea? Sin dejar de lado el problema de “las cosas que no sabemos que no sabemos”, en lugar de “aquellas cosas que sabemos que no sabemos”. Esto nos ocurre sobretodo en el campo de lo social.
Lo anterior esta muy ligado a la educación, y en lo que debemos saber (investigar) para eliminar la “hendidura” de que nos habla el Padre Alejandro Moreno en sus escritos. ¿Seguimos educando desde la modernidad para la modernidad?, o aceptamos que, como nos dice Moreno en La familia popular venezolana y sus implicaciones culturales: Otro fatal desencuentro: el pensamiento elaborado —y por tanto la educación— por un lado y el pueblo por otro. Cualquier intelectual, por muy popular que sea su origen, no puede producir pensamiento sino desde la modernidad. Un pensamiento que nada tendrá que ver con el pueblo. Pero esto es también una tarea: producir desde el sentido del pueblo, desde su relación convivial, desde su mundo-de-vida, el pensamiento necesario.
Pienso que el secreto, si es que vamos a enfrentar exitosamente un proceso para aumentar las capacidades de investigación de nuestro país, no radica necesariamente en fijar nuestra atención en el sistema CyT en sí mismo, sino en cómo aprender a utilizar conocimiento (ahora las llamamos evidencias) para resolver los problemas de nuestra sociedad. Y esto último choca con una cultura orientada a lo tradicional, y, por encima de todo, con un estilo autoritario de liderazgo que oculta las ignorancias por considerarlas “debilidades” (y esto también debe ser investigado).
Estamos a tiempo para definir los conocimientos que se requieren para el nuevo despegue de Venezuela, mucho de ese conocimiento salió del país en tiempos recientes con la emigración de científicos y profesionales (ver por ejemplo nuestro reciente trabajo para el BID), pero, solamente una vez precisados los mismos estaremos en posición de buscar entre nuestros académicos y profesionales en ejercicio para conocer cuánto tenemos, donde existe en el mundo para buscarlo (otro interesante papel para nuestra diáspora científica), o si debemos generarlo. Conociendo la oferta y la demanda de conocimientos es que podemos generar una política pública para la investigación en el país, que involucre centros especializados en espacios públicos y privados y a las universidades.
Solo entonces será útil una política de repatriación, de generación de colaboraciones entre los que están acá o afuera, y con los grupos en el mundo que poseen ese conocimiento necesario. Y solo entonces podremos ver con claridad la investigación para la cual deberemos hacer un esfuerzo especial por desarrollar, ya que nadie la va a generar por nosotros, en lugar de lo que hacíamos cuando contábamos con los recursos del pasado y aplicábamos el “investigue cualquier cosa, que aquí está todo por hacer”.
Aspiramos sinceramente a que esta nota estimule otras, además de los comentarios adicionales que puedan surgir, a fin de ir conformando una visión general del conocimiento que debemos poseer y desarrollar en la próxima etapa del país, y cómo vamos a obtenerlos. En cierto sentido, este es el papel que ha venido adelantando la Fundación InterConectados.
Diógenes Infante
noviembre 23, 2020Creo que este documento adolece de muy grave falla. Para comenzar se basa en que tenemos que seguir con lo mismo. Lo mismo quiere decir con la ciencia venezolana que no ha sabido integrarse con la economía y en general con el país. Necesitamos entonces nuevos conceptos científicos, porque desgraciadamente al existir una desvinculación entre la investigación que se realiza y las necesidades sociales establecer esos lazos el prácticamente imposible.