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Relaciones Universidad y Empresa en el siglo XX venezolano. Una historia en cinco actos

Félix Ríos Álvarez (*)

A la luz de más de 100 años de historia de auges y caídas económicas debido a los azares del mercado internacional del petróleo, la idea de fortalecer la relación universidad-empresa y fomentar así el espíritu empresarial desde la educación superior en Venezuela pareciera ser algo obvio. Lo cierto es que la revisión de algunos antecedentes históricos nos revela que ese “santo grial” de la “diversificación” de la economía venezolana, promoviendo actividades que vayan más allá del extractivismo, ha sido un camino lleno de avances y retrocesos que aún hoy luce como una materia pendiente por fortalecerse. 

Siendo que para el momento de escribir este artículo, la idea del emprendimiento está sumamente extendida en la literatura, en la oferta formativa y en la definición de un sinfín de actividades económicas, este trabajo procura servir de aproximación a la reconstrucción de los antecedentes de la promoción del espíritu empresarial desde la educación superior venezolana, mucho antes de que la idea del emprendimiento tomara el auge que hoy día tiene. 

Acto I. A tres años de que  Joseph A. Schumpeter escribió su obra “Teoría del desarrollo económico” (1911), Venezuela vivió el reventón del pozo Zumaque I y con ello se reconoce el inicio del auge de la industria petrolera en nuestro país (Straka, 2016:10). Este hecho cambió el perfil económico de un país con una económica agropecuaria, básicamente rural, “hacia una economía moderna en la que se establecieron empresas exploradoras, productoras, explotadoras y comercializadoras del petróleo, surgiendo un halo de empresas de servicio e industrias suplidoras de bienes” (Briceño Fortique: 2019).

Acto II. Mientras que en 1945 en Estados Unidos el presidente Roosevelt encarga el informe «Ciencia, la frontera sin fin», que concibe la investigación científica vinculada al desarrollo tecnológico y a las empresas como la principal fuente de riqueza, progreso económico y competitividad, teniendo como uno de los indicadores utilizados para medir la innovación la transferencia de conocimiento desde las universidades o centros de investigación (Bush, 1999; Ríos Álvarez, 2022), en Venezuela “se iban cumpliendo etapas” para ir avanzando en la comprensión académica, gerencial y técnica de las posibilidades productivas del país, primero con la fundación de las primeras Facultades de Ciencias Económicas y Sociales del país, empezando con la UCV (1938), lo cual luego empezó a diseminarse en otras universidades del país hacia la década de los 50. Algo similar ocurrió con los estudios de Administración, primero en la UCV hacia 1946, y luego en otras casas de estudio. Inclusive los programas avanzados de gerencia, llegaron a darse antes de la creación de algunas de las escuelas universitarias, y representan un antecedente a la idea que dio origen al IESA en 1965, “atendiendo la necesidad sentida de la profesionalización de la gerencia” (Briceño Fortique: 2019).

Acto III. Para 1960, ya uno de los primeros parques tecnológicos del mundo ubicado en la Universidad de Stanford (Palo Alto, Estados Unidos) contaba con más de 40 empresas (Sandelin, 2004: 4), mientras que según Pérez Vigil “la industrialización [en Venezuela] es un fenómeno tardío en comparación con otros países de la región. Sus inicios se ubican en la década del cincuenta y sesenta del siglo pasado”. La Declaración de principios sobre política industrial, según la cual el gobierno apoyaría el proceso de industrialización del país, aprobada en 1958, y el decreto número 512 “Compre venezolano”, desde enero de 1959, son factores que impulsan este proceso (Pérez Vigil: 2013, 474).

Sin embargo, a la luz de documentos como “La Responsabilidad Empresarial en el Progreso Social de Venezuela. Seminario internacional de ejecutivos”, que sirvió de memoria del encuentro empresarial que se celebró en la ciudad de Maracay del 17 al 21 de febrero de 1963, reconociendo el llamado para asumir una “nueva actitud” entre los asistentes para ampliar el marco filosófico y la actuación de la empresa privada frente a las necesidades sociales, para ese entonces no se registran mayores detalles de cómo “Establecer un vínculo estrecho con las instituciones educativas, particularmente las de enseñanza superior de donde se nutre de los técnicos y científicos requeridos” (Seminario Internacional de Ejecutivos, 1963: 165).

Acto IV. En 1968 se funda la empresa Intel (Palo Alto, Estados Unidos). En sus inicios uno de sus fundadores, Bob Noyce, se acercó al profesor de ingeniería eléctrica de la Universidad de Stanford, Jim Angell, consultando si había alguien en el campus con quien debería hablar, y el profesor Angell le dio el nombre de Marcian “Ted” Hoff entre otros, convirtiéndose en el empleado número 12 de esta empresa, y también en parte del equipo, junto a Federico Faggin, que en 1971 desarrollaría el primer microprocesador 4004 revolucionando así la electrónica y las tecnologías (Engineering Stanford). Mientras esto ocurría, para marzo de 1972 el presidente de Conindustria para ese momento, Roberto Salas Capriles, señala la brecha que existía entre la educación y el proceso de industrialización: “…el proceso industrial no puede crecer ni prosperar, si la población laboral, técnica y profesional del país, no tiene los conocimientos y la capacitación necesaria para poder participar en forma activa y eficaz en el desarrollo de la producción…” (Gallegos, 2022) (nota 1)

Acto V. Para el año 1993, luego de enfrentar una serie de crisis económicas, incluida una alta inflación y una deuda externa creciente, el estado de Israel lanzó el programa Yozma, como una iniciativa estratégica para atraer inversión extranjera y fomentar la creación de empresas de alta tecnología en Israel. El objetivo era desarrollar un ecosistema emprendedor y fortalecer la industria tecnológica como un motor clave de crecimiento económico (Gutiérrez Izquierdo: 2023), en este modelo la conexión entre los dos mundos, empresa y universidad, es total gracias a los llamados Centros de Transferencia Tecnológica (Otto, 2016).

Siguiendo con los paralelismos que han acompañado a este artículo, a finales de los años 80 e inicios de los 90, en Venezuela se ensayó una nueva etapa en la relación Universidad-Industria con la creación  de los primeros Parques Tecnológicos en el país, en diferentes ciudades Mérida, Barquisimeto y Caracas, a las que luego se le sumó Maracaibo. Este proceso “a pesar de nacer y desarrollarse en un entorno no totalmente favorable” logró resultados significativos en sus primeros años (Crespo, 2001).

A modo de cierre

Cerrando el siglo XX, Carlota Pérez hacía el siguiente balance: “el CONICIT vivió inevitablemente en un mundo relativamente aislado y en consecuencia se concentró en apoyar la creación y desarrollo de la oferta de tecnología…”, por lo que para el año 2000 invitaba a que se abandonaran: 

“…los intentos unilaterales de construir un puente universidad-industria. ¡Lo que hay que eliminar es el río que las separa! Hay que montar e impulsar la cooperación fructífera y permanente entre el aparato productivo y la universidad. La empresa, por su parte, tiene que abandonar el desperdicio de la capacidad técnica del personal y lograr el pleno reconocimiento de su potencial y emprender su uso creativo” (Pérez, 2000).

Para cerrar este repaso de algunos acontecimientos y balances en la relación empresa y universidad en el siglo XX, se comparten las palabras de Arturo Uslar Pietri al señalar desafíos vigentes aún hoy -50 años después- para empresarios y la sociedad en su conjunto, quienes deben prepararse ante: 

“…ese tiempo de cambio hay que responder con una mente ágil y con una gran capacidad de adaptación. Yo creo que sería suicida el que alguien pretendiera mantener el statu quo de lo que eran las relaciones sociales del pasado. Yo creo que, al contrario, no solamente hay que adaptarse a los cambios, sino que deberían más bien anticiparse los cambios, adelantarlos e iniciarlos y tomar un poco la iniciativa de esas transformaciones fecundas que van a permitir que los hombres de empresa, como miembros activos y responsables de una sociedad, puedan ofrecer soluciones mejores, más aceptables y más prácticas al problema social que sacude al mundo y que sacude a nuestro pueblo. Yo creo que está llegando a su fin el tiempo del ocio estéril y del beneficio no ganado, yo creo que estamos entrando en un tiempo en que no va a justificarse ni el ocio ni el beneficio no ganado, en que lo que va a regir es el trabajo compartido y el beneficio compartido…” (Seminario Internacional de Ejecutivos, 1963: 121).

¿Este recuento de “Actos” será suficiente para dar una justa dimensión a todo lo que significa la valoración de la relación Empresa – Universidad en el siglo XX venezolano? Definitivamente No. 

¿Cuáles son las lecciones aprendidas, las resistencias al cambio, las buenas prácticas y casos de éxito que nos deja el siglo XX? La intención es abrir la conversación a través de esta Nota en la Bitácora de InterConectados como paso previo al XI Foro Invertido sobre la universidad venezolana del futuro, para encontrar pistas que nos ayuden a fortalecer capacidades, anticiparnos a los cambios e impulsar con mayor vigor el trabajo y el beneficio compartido entre las empresas y las universidades en este siglo XXI.

*Félix Ríos Álvarez, Sociólogo (UCAB), Magister en Gerencia Pública (IESA) y presidente de la asociación civil @OpcionVenezuela 

Nota

(1) En base a esta ponencia, se sientan las bases para la creación de la Fundación Educación Industria (Fundei), en 1975. Del conjunto de programas desarrollados merece especial mención el de “pasantías en la industria”. De esta manera Fundei “en su primer año permitió la participación de 7234 estudiantes, con un promedio de dos meses de duración en 1283 empresas industriales, distribuidas en todo el territorio nacional” (Lucas, 2005: 97).

Referencias

 

20 Comentarios
  • Avatar del usuario
    Luis Ordóñez
    septiembre 24, 2023

    Felicitamos al autor por esta introducción al tema de las relaciones entre universidad y empresa, necesaria para poder discutir lo que deben ser las mismas en el futuro. Adicionalmente, consideramos que debe tomarse en cuenta, a pesar de las diferencias y conflictos que la caracterizaron, las relaciones entre el Consejo Venezolano de la Industria (CONINDUSTRIA) y FedeIndustria, elementos que tuvieron consecuencia en el papel de CORPOINDUSTRIA, organismo financiador de la artesanía, pequeña y mediana industria, eliminada por decreto en 1999. Adicionalmente, sabemos poco sobre la orientación inicial de los Institutos Universitarios de Tecnología, en particular los de Caracas y Cumaná que contaron con el apoyo de misiones académicas técnicas extranjeras (francesa e italiana) en un afán por desarrollar actividades de pequeña y mediana industria en el país. Época (décadas de los 70’s y 80’s) difícil de trazar por la ausencia de facilidades de digitalización e internet , y que, podrían arrojar luz sobre los desencuentros que, desafortunadamente, han impedido mayores relaciones en la ecuación universidad-industria.

    • Félix Ríos
      septiembre 30, 2023

      Apreciado Luis Ordoñez: Te expreso públicamente mi agradecimiento por la invitación a participar en este Foro Invertido. Tomamos nota de la sugerencia de considerar las relaciones y tensiones entre los actores mencionados en el comentario, asimismo registramos y compartmos el anhelo por conocer más sobre la orientación inicial de los Institutos Universitarios de Tecnología en el país durante los años considerados en este artículo.

  • Jose Alvarez-Cornett
    septiembre 25, 2023

    Vale la pena destacar un ejemplo que no fue mencionado: la “Oficina de Relaciones Industriales” que funcionó en la Facultad de Ciencias (UCV) y que estuvo a cargo del primer Decano de la Facultad de Ciencias (1958-1959) Diego Texera (1910-1983). Esta oficina fue creada para estrechar vínculos con las industrias agropecuarias.

    El tema de las relaciones empresas-universidades en Venezuela durante el siglo XX ha sido objeto de análisis detallados.

    Destacan los libros “La Academia va al mercado. Relaciones de científicos académicos con clientes externos” (Hebe M. C. Vessuri(Compiladora), Caracas: Fondo Editorial FINTEC, 1995); “Conducta empresarial y cultura tecnológica. Empresas y Centros de Investigación en Venezuela”  (Arnoldo Pirela, Rafael Rengifo, Rigas Arvanitis y Alexis Mercado, Caracas: CENDES, 1991) en particular la sección III del libro titulada: “Empresarios y Académicos:¿Un Matrimonio Imposible? La Capacidad de Relación y Negociación de los Empresarios con las Universidades y Centros de Investigación”. (Disponible aquí: https://horizon.documentation.ird.fr/exl-doc/pleins_textes/divers10-06/35496.pdf ) y “Ciencias y Tecnología en América Latina. Una mirada desde Venezuela” (José María Cadenas (Compilador), Caracas: UCV Centro de Estudios de América y Fundación Polar, 2005), en particular el estudio de Alexis Mercado “Tecnología e industria: realidad y prespectivas en América Latina” y los comentarios a su estudio por Renato Valdivieso (Dos temas clave: baja productividad y poca integración del aparato productivo) y Ricardo Ríos (Nuevos paradigmas ausentes en los programas de estudio).

    Véanse también los artículos de H. Vessuri “¿Académicos empresarios? ó ¿Por qué algunos profesores escogen trabajar con el sector productivo desde el medio académico?”, Espacios, Vol. 15 (1), 1994. Disponible aquí: https://www.revistaespacios.com/a94v15n01/40941501.html
    y “Conformación de redes tecnoproductivas como mecanismo de Integración universidad – industria. La experiencia del Centro Nacional de Tecnología Química (2006-2011)” de Alexis Mercado, Espacios. Vol. 34 (8), 2013. Disponible aquí: https://www.revistaespacios.com/a13v34n08/13340810.html

  • Jose Alvarez-Cornett
    septiembre 25, 2023

    Hace varios años como parte de mis investigaciones hice un extracto de varios puntos interesantes en la sección III (Empresarios y Académicos: ¿Un Matrimonio Imposible? La Capacidad de Relación y Negociación de los Empresarios con las Universidades y Centros de Investigación) del libro del CENDES (1991) mencionado en mi comentario anterior.

    Presentó aquí mi resumen de lo que en aquel entonces me interesó por si alguien quiere saber detalles del libro.

    (1) La incapacidad de empresarios e investigadores para hablar un lenguaje común y respetarse mutuamente. Forman parte de ese diagnóstico los innumerables prejuicios de ambos lados y una relación costos/precios desfavorable para la producción nacional de conocimiento en comparación con la importada.

    (2) Otra causa de la falta de integración entre el sector ciencia y tecnología y la industria parece surgir de las limitaciones de los empresarios para dirigir y gerenciar al personal de investigación y desarrollo.

    (3)  En las universidades y centros existe una capacidad no aprovechada para apoyar a la actividad productiva. Pero que, sin embargo, se les ha visto como simples formadores más o menos eficientes de personal calificado. Ello en detrimento de una estrecha relación con el sector productivo, tanto para continuar cumpliendo más eficientemente ese objetivo de desarrollar recursos humanos, como para participar en la actividad de generar bienes y servicios para satisfacer las necesidades de todos.

    (4) Dentro de la escasa experiencia de relaciones entre los dos actores la gran mayoría resultaron muy exitosas en términos económicos y comerciales.

    (5) La gran mayoría de las relaciones con universidades y centros de investigación surgen o se desarrollan fundamentalmente sobre bases informales. Pero lo más grave es que, salvo en casos excepcionales, ellas no pasan de la prestación de algunos servicios de análisis o pruebas en los equipos de los laboratorios de universidades y centros de investigación. Además, las pocas experiencias de relación importante entre ambos actores, de efectiva Investigación y Desarrollo en universidades con un destino productivo en el sector privado, poco han servido para abrir caminos permanentes de colaboración y relación.

    Por otra parte, las evidencias proveniente de la información directa en los centros, al igual que en las empresas, son abrumadoras: simplemente, la mayoría de nuestros investigadores y académicos no saben cómo relacionarse con la industria y no saben cómo negociar con ella; no saben fijar precios de sus productos o servicios, no saben estimar sus costos y por ello no queda claro el beneficio directo que de la relación obtienen, cuando lo obtienen, no tienen organización ni habilidad para encontrarla demanda de sus productos, ni para satisfacerla en los lapsos y condiciones que necesitan los empresarios.

    Es importante mencionar el caso de una empresa que logró identificar, siempre por vía informal, la existencia de una pieza de tecnología desarrollada por un centro de I y O nacional, la cual encuadraba perfectamente con sus necesidades. No fue posible cerrarla negociación pues el centro no supo cuánto ni cómo cobrarle a la empresa por tal tecnología y se negó a aceptar ninguna de las propuestas presentadas. Por último, la empresa adquirió la tecnología fuera del país, a una empresa internacional dedicada a la materia.

    Tres problemas que abonan las dificultades para entenderse y negociar empresarios y académicos:
    Ellos son el papel del Estado, la poca especialización de los centros de investigación y el débil o inexistente mecanismo de definición de precios tanto en materia de I&D como de servicios entre centros de investigación y empresas.

    Si no existe un sistema de definición de precios razonables, no es posible el desarrollo de una relación estable.

    La investigación de desarrollo tecnológico tiene un objetivo que no es autónomo: la razón de ser del desarrollo tecnológico es la producción, su aporte debe enriquecer, modificar o mejorar algún proceso productivo o producto. O sea, no puede existir investigación de desarrollo tecnológico sin producción industrial (o agrícola).

    Había [y sigue habiendo] una insuficiente mano de obra profesional dentro de la universidad para poder disponer de tiempo en contactos con empresas y cumplir al mismo tiempo con obligaciones de docencia e investigación.

    El segundo aspecto es que la relación o correspondencia que existe entre los objetivos de la investigación de desarrollo tecnológico y aquellos objetivos que manejan los investigadores académicos, depende en gran parte de la visión prospectiva que cada quien posee. Y aquí lo difícil es hacer que concuerden, “lo que es necesario para el país”, tal como lo plantean unos, y ” lo que es necesario para los negocios”, tal como lo plantean los empresarios.

    La investigación nunca es, por sí misma, absolutamente necesaria para alcanzar los objetivos de la empresa. Mucho menos lo es la investigación propiamente científica, sea básica o aplicada. Hasta ahora, la alta rentabilidad de las industrias venezolanas, con ramas cuya demanda por investigación es cero, da una prueba contundente de ello. Igual señalan los estudios de Freeman y de Rothwell en Inglaterra, de Mansfield en los Estados Unidos o los de Cuneo y Mairesse en Francia. Señalan estos autores que no hay diferencias económicamente medibles entre empresas que hacen o invierten en investigación y las que no lo hacen.[eso no me lo creo mucho, aunque si no hacen I&D es por que compran a otras empresas para apropiarse de la PI, o adquieren patentes] La diferencia, que sí la hay, es de orientaciones estratégicas y de esquemas prospectivos. Habrá que agregar, además, la relación con el entorno político y económico de un país como Venezuela, donde se podía, y aún se puede, definir alta rentabilidad sin necesidad de I & D.

    El que un investigador pueda entrar en contacto con la industria significa compartir de alguna manera los objetivos que ella impone. Es cierto que no todos los investigadores están dispuestos ni preparados a hacerlo, y su renuncia hacia el establecimiento de estos contactos muy exigentes son muy comprensibles, como lo expondremos más adelante. Más, para quien está dispuesto a trabajar para la industria, si quiere tener éxito, no debe esconderse detrás de la libertad académica, debe entender que ponerse en contacto con la industria es entrar cuerpo y alma en la actividad industrial. La frontera ciertamente no es estanca entre investigación científica y desarrollo tecnológico, pero los objetivos son totalmente distintos.

    El LOCUS de la Investigación

    La segunda, y más visible diferencia, tiene que ver con el lugar de la investigación tanto físico como institucional. Brevemente, podemos decir que la investigación con carácter de desarrollo tecnológico -que no es, repetimos, investigación aplicada en temáticas tecnológicas- es ejecutada en el mismo lugar donde hay producción, o en muy estrecha conexión con éste .
    Institucionalmente , la investigación científica ha sido desarrollada en universidades y centros de investigación dedicados a la propia investigación. Eso conlleva un primer problema en cuanto a las relaciones entre estos dos modos investigativos: el laboratorio no es el lugar más apropiado para hacer que pueda recibirse el nuevo objeto técnico.

    En los tres centros de investigación que hemos examinado, los vínculos con la industria se hacen vía una persona que se dedica a recibir los clientes, preparar el trabajo, firmar -cuando se necesita los convenios, y, en fin, desarrollar toda la actividad de gerencia’ de las actividades de servicio, asistencia tecnológica y contactos con clientes actuales y potenciales. Esa misma persona, por lo general, es la que vela por la vida económica y política de la institución, en muchos casos es su fundador o creador , además lideriza intelectual y organizativamente al  grupo y lo compromete en gran parte de las tareas directas de investigación.

     

    Adicionalmente, en el caso de los centros universitarios, esta tarea de gerencia de los vínculos con clientes del sector productivo, no está reconocida institucionalmente y no se maneja con criterios gerenciales (de acuerdo a lo que nos declaran los mismos profesores encargados de estas relaciones

    La investigación(fundamental y aplicada) responde por una cantidad que está entre un 5 y un 10%del costo total de una innovación de producto y la parte de ingeniería y diseño corresponde al 10 ó 20%. La preparación de maquinarias, línea de producción, transformación eventual del “layout” de planta, y, en fin, todo 10 que tiene que ver con la ingeniería de producción corresponde a la parte más importante de los costos, entre un 40 y 60%. He aquí una prueba clara de la importancia del escalamiento de la innovación, necesario para ir de la I & D hacia la producción. Los gastos de arranque de la producción toman entre un 5 y un 15% y los de comercialización entre  10% y el 25%. Estas últimas dos etapas, imprescindibles -y por muchos olvidadas en los planes de desarrollo basados en I & D-son más importantes que la investigación e ingeniería y diseño de producto.
    (…..)
    En el caso venezolano, fundamentalmente en el ICTA (Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos), lo que encontramos es, casi exclusivamente, investigaciones para nuevos productos que no pueden llegar a la fase final de desarrollo tecnológico. Esto sucede, primero porque el ICTA no obtiene financiamiento para ello: los montos son muy altos y no existen tales mecanismos de financiamiento para las universidades.Segundo, porque carecen de experiencia productiva o, más simplemente, no poseen capacidad en ese campo. Tercero, porque las empresas poseen capacidad  para copiar productos extranjeros con el consecuente ahorro en costos de desarrollo y hasta de definición de pautas de comercialización o, también, pueden comprar  un paquete tecnológico completo pagando “royalties” y una relativamente baja inversión inicial.

    Podemos así afirmar que en Venezuela, como no existen instrumentos legales e institucionales que viabilicen un contacto coherente con clientes externos, los universitarios que quieren hacerlo han tenido que sobrepasar la estructura administrativa: las relaciones con el sector productivo se desarrollan en una economía informal.

    RECORDATORIO: Leer el punto 4 de la página 74 y los cuadros de ventas por servicios del ICTA.

    • Félix Ríos
      septiembre 30, 2023

      Estimado José Álvarez-Cornett: agradezco ampliamente la oportunidad de que nos hayas compartido referencias documentales de gran valor, así como un extracto bastante ilustrativo de tu investigación “Empresarios y Académicos: ¿Un Matrimonio Imposible?”. Sin duda representan insumos de gran valor para quienes abordamos este “Matrimonio” entre las Empresas y la Universidad en Venezuela.

  • Paul Esqueda
    septiembre 25, 2023

    Existe un buen número de investigadores y profesores de las universidades e institutos de investigación que formaron sus propias empresas y han sido muy exitosos. En mi experiencia del IVIC, Instituto de Ingeniería, del IESA y mas recientemente de Penn State University, este es el modelo que hay que impulsar. El portador de conocimientos/tecnología termina siendo el empresario y en ese escenario no hay separación entre industria e universidad. Ese es el modelo que opera aquí en USA (Stanford y MIT como ejemplos). Empresas como Intel se nutrieron de profesores de Berkeley y Stanford, tal es el caso de Andrew Grove. Esto requiere desarrollar profesores al mas alto nivel (PhD) en suficiente número para asegurar un flujo estable.

    • Félix Ríos
      septiembre 30, 2023

      ¡Muy importante consideración profesor Paul Esqueda! ¡Agradecido!

  • Angel G Hernandez G
    septiembre 25, 2023

    Excelente artículo. Bien estructurado y bien informado. El contenido sirve a los efectos de recordar cuantos esfuerzos ha realizado la sociedad venezola para incorporar al mundo universitario y al empresarial a la adopcion de una conducta innovadora. Puede decirse que los intentos unilaterales de las universidades por innovar a través de los parques tecnologicos y las ofertas al sector privado y publico empresarial han fracasdo. En esta direccion estoy de acuerdo con lo concluido por Carlota Pérez, pero no del todo con su interpretación.
    El Estado venezolano, a través del “Programa de Activación, Movilización y Modernización del Sector Científico y Tecnológico Nacional”, intentó el financiamiento tanto de la ciencia básica como la de innovacion tecnologica asociada a la relacion empresa – universidad y en la realizada por la empresa misma.

    El programa apuntó a fortalecer, con la vista puesta en el futuro, a las areas denominadas en aquel momento tecnologias de punta: biotecnología, ciencias de los materiales, química fina, electrónica y computación, incluyendo la preparacion de un contingente de personas en universidades y tenológicos de prestigio en el mundo
    Este programa fue ejecutado en su totalidad y calificado muy favorablemente por el BID, sirviendo de ejemplo para otros similares en Latinoamérica (Ecuador, Chile). Igualmente fue evaluado por consultores nacionales e internacionales independientes, Además, al momento de su finalizacion, era el unico programa con la banca de desarrollo que se habia ejecutado en el tiempo acordado y sin pagar comisiones por no utilizar el dinero prestado por el banco.
    Cuál es el propósito de la narrativa? Es mostrar como este intento fracaso por no darle el gobierno siguiente ni continuidad ni la supervisión debida a una inversion del Estado venezolano, Se inventó otra estrategia y se olvido la iniciada, a pesar de las evaluaciones. Ni siquiera hubo la atencion debida a los profesionales entrenados con el fin de incorporarse al esfuerzo.

    Los verdaderos problemas de la educación, la ciencia y la tecnología yacen en la cultura politica de nuestro pais y, en general, a la valoracion de la violencia como un bien superior a la educacion y al conocimiento.

    • Félix Ríos
      septiembre 30, 2023

      ¡Muchísimas gracias Ángel Hernández por tu comentario! La cita que tomé de Carlota Pérez data del año 2000. Lo que vino después no fue analizado en este artículo y sin duda nos aportas importantes consideraciones tanto para darle otra mirada a lo que expresó Carlota Peréz en su momento / (Nota: Dado el alcance que me había propuesto, hice un corte temporal en ese año 2000 para hacer referencia a los avances y balances que podamos sacar de la relación empresa universidad en el siglo xx venezolano).

  • Lorenzo Lara Carrero
    septiembre 26, 2023

    Aunque pueda sonar anecdótico me gustaría recordar el espíritu emprendedor del grupo 100% venezolano que desarrolló la primera empresa petrolera de nuestro país. Me refiero a Petrolia bien reseñada y recordada en un complejo turístico en el Estado Táchira:
    https://es.m.wikipedia.org/wiki/La_Petrolia

    Los emprendedores viajaron a los Estados Unidos para importar tecnología básica y equipos. No encuentro registro de posibles contactos de ese grupo con el sector académico venezolano.

    • Félix Ríos
      octubre 1, 2023

      Muchísmas gracias querido Lorenzo, no sólo por tu comentario, sino por la confianza de recomendar mi nombre ante Luis Ordóñez.

      Es muy valioso seguir indagando en cómo fueron esos primeros encuentros entre los pioneros de la industria petrolera y los representantes del sector académico venezolano.

      ¡Un fuerte abrazo!

  • Nela Cantor
    septiembre 27, 2023

    Excelente artículo, me queda la pregunta, hemos resuelto realmente los desafíos entre empresa y emprendimiento o venimos arrastrando esa deuda con nuestra sociedad? Esperando ese foro invertido para seguirle el hilo a esta conversación.

    • Félix Ríos
      octubre 1, 2023

      Apreciada Nela:

      La preguntas que nos compartes es fundamental y de hecho, es parte de la intención de por qué se concentró el alcance de este artículo en el siglo xx venezolano.

      Tal como lo manifesté al final de mi artículo, estoy seguro que este XI Foro Invertido sobre la universidad venezolana del futuro, contribuirá a encontrar pistas que nos ayuden a fortalecer capacidades, anticiparnos a los cambios e impulsar con mayor vigor el trabajo y el beneficio compartido entre las empresas y las universidades en este siglo XXI.

      Cariños,

  • Beatriz Cisneros A.
    septiembre 28, 2023

    Importante y muy buen abordaje de un tema que es crucial para el desarrollo del país.

    Sin duda, del S.XX recogemos experiencias sobre intentos de establecer una productiva relación universidad – empresa. No obstante, la facilidad que se tenía entonces para recibir asistencia técnica y comprar tecnología foránea frenaba la vinculación de las empresas con el conocimiento nacional; en consecuencia, había ausencia de conocimiento sobre las capacidades existentes en nuestras universidades e insuficiente confianza en ellas. Esto no favoreció que del cortejo se pasara a un noviazgo y del noviazgo se llegara a un feliz matrimonio con prolífica descendencia.

    La LOCTI nos expuso a experiencias que dieron cuenta de que, al iniciar el S.XXI, ni las universidades ni las empresas estaban listas para sacar el mayor provecho de las oportunidades de inversión promovía Ley. Las universidades y centros de investigación carecían de mecanismos y de competencias para aproximarse a las empresas y saber encontrar en éstas, no sólo la posibilidad de financiamiento para sus proyectos, sino la oportunidad para desarrollar nuevas ideas.

    La LOCTI puesta en ejecución en 2006, pudo ser impulsora de esa necesaria inter-relación de diversos agentes del conocimiento nacional, no sólo para el desarrollo de la ciencia y la tecnología sino, para la generación de una productiva cultura de innovación; pudo ser una forma de propiciar una agenda de investigación definida por necesidades de la industria o por sus desafíos de innovación para lograr ventajas competitivas en el mercado.

    Es importante retomar la reforma de la Ley.

    Sobre este respecto les invito a leer “La LOCTI: El reto de crear cultura para la ciencia, la tecnología y la innovación en Venezuela”, artículo publicado en Bitácora-e – 2011 – Número 002. http://www.saber.ula.ve/handle/123456789/34313

    • Félix Ríos
      octubre 2, 2023

      ¡Muy agradecido Beatriz por tu aporte!

      La metáfora del “matrimonio” -que nos compartió José Álvarez-Cornett a partir de su investigación- tuvo resonancia en este comentario, además Beatriz nos aporta insumos para comprender lo que paso en los primeros años del siglo xxi, a propósito de la Ley de Ciencia Tecnología e Innovación (LOCTI).

      Entiendo que según el cierre de tu comentario Beatriz, por lo que me atrevo a preguntar: ¿En este “Matrimonio Imposible” que viene desde el siglo xx tampoco en se logró consumar con la LOCTI? Esta reforma también podría incoporar aprendizajes del siglo xx venezolano y de los casos de éxito a escala internacional?

      ¡Saludos!

      • Beatriz Cisneros A.
        octubre 6, 2023

        Gracias, Felix, por tu respuesta y por tu pregunta.

        Cómo lo explico en el artículo que publiqué en 2011, hubo indicios importantes de que ese matrimonio se estaba logrando o incluso, se logró en casos concretos. Tuve la maravillosa ocasión de ser testigo y facilitadora de varias relaciones que fueron efectivas.

        Pero, como en todo matrimonio, se requiere tiempo para conocerse más, aprender a complementarse y consolidar la relación. En plena curva de aprendizaje, la reforma de la Ley no solo eliminó los incentivos para fortalecer la unión, sino que se crearon obstáculos que en el marco de una crisis como la iniciada a partir de 2013, dificultaban que, más allá de casos muy puntuales, se instaurara una cultura de relacionamiento universidad-empresa.

  • Avatar del usuario
    Andrew Torres
    septiembre 28, 2023

    Saludos a todos! Gran Artículo y muy buenos comentarios complementarios.

    En mi experiencia en la Industria por 9 anos y 23 en la Universidad, con asignaciones en ambos momentos que tenía que compartir o al menos había la oportunidad de enriquecer con el otro “bando” siempre sentí resistencia a ese trabajo colaborativo.

    Muy apropiada la frase de A. Uslar Pietri en su momento, pero estos días se hacen imperativas en su accionar: Trabajo compartido y beneficio compartido. Y es que estos tiempos avanzados del Siglo XXI hemos aprendido de por las buenas y de por las malas que “Solos podemos ir más rápido, pero acompanados podemos llegar más lejos” e incluso más seguro de llegar a la meta planeada y con menos tropiezos.

    Considero que hay muchos aspectos de nuestra cultura que nos han limitado y hasta expoliado en las oportunidades que se dieron con tantos programas de políticas públicas para acercar a las universidades y las empresas en sus objetivos comunes del beneficio de la sociedad venezolana, mucho se escapó en esas oportunidades de encuentro y des-encuentro, por cierto, mucho de esas oportunidades las aprovecharon universidades y empresas de otros países y el mejor y más duro ejemplo de eso es la barbaridad cometida por el senor Chávez de despedir un montón de empleados calificadísimos de aquella PDVSA co-líder mundial del mercado petrolero y las consecuencias no se hicieron esperar en la Nueva pdvsa.

    • Félix Ríos
      octubre 5, 2023

      Apreciado Andrew Torres:

      Agradezco la resonancia con las palabras que nos dio Uslar Pietri hace 50 años con tanta vigencia hoy día. Esra incomprensión ha tenido efectos devastadores hoy para la nación venezolana y, paradójicamente, con beneficios que otros países han sabido capitalizar a costa de nuestra desgracia.

      En tiempos en los que ya es común hablar de economía colaborativa, la máxima “Trabajo compartido y beneficio compartido” debe y puede ser una consigna para la reconstrucción no sólo de la relación universidad empresa, sino del levantamiento de capacidades nacionales -de todo orden- para “echar pa’ lante” y vivir dignamente.

      Saludos,

  • Yajaira Freites
    octubre 2, 2023

    Vaya esta entrada y los sucesivos comentarios nos ponen en el camino de conocer las diversas iniciativas que han existido algunas exitosas otras no; así que es preciso examinar que pasó y no solo quedarnos con el mero recuerdo.
    Rescato de la bibliografía citada por Alvarez Cornett: “La Academia va al mercado. Relaciones de científicos académicos con clientes externos” (Hebe M. C. Vessuri(Compiladora), Caracas: Fondo Editorial FINTEC, 1995); donde tambièn se narra una experiencia de creaciòn de una empresa en el area de la salud, como lo fue Quimbiotec, por parte del IVIC: Freites, Y (1995)a: De la Planta de Plasma a Quimbiotec C..A.: Una experiencia empresarial del IVIC ; mas accesible el articulo: Freites, Y. (2006): Acerca de cómo un instituto académico construyó una empresa: el caso del IVIC y la planta de hemoderivados sanguíneos (1976-2000), ESPACIOS, Revista Venezolana de Gestión Tecnológica, Vol. 27, No. 2, pp. 51-67. (la versión electrónica se puede leer en
    Hoy Quimbiotec, como tal no existe, aunque està la edificaciòn…. pero despojada de su verdadero sentido.

  • Félix Ríos
    octubre 5, 2023

    Apreciada Yajaira:

    Me honra recibir sus comentarios y el de tantos investigadores, científicos de respeto y admiración para mi. Esta nota fue el resultado de una osadía para entender los “lodos del pasado” que permita comprender la realidad que tenemos hoy día.

    Estoy seguro que en el camino hay una cantidad de investigaciones que desconozco, y que es necesario seguir compilando, organizando y no quedarnos en el “mero recuerdo”. Por eso valoro enormemente cada recomendación y referencia que han socializado como parte de ese esfuerzo por reconocer que “no es que no se hizo nada”, sino que los incentivos para realizar ese “trabajo compartido” y la celebración de esos “beneficios compartidos” están a la espera de mejores tiempos en los que nuestros aprendizajes y articulaciones nos permitan hacer realidad ese deseo.

    De Aquiles Nazoa, leí en una oportunidad en un restaurante en Pampatar: “Si Venezuela se hundiera alguna vez y quedaran los discos de Billos flotando, se podría reconstruir el país”, creo que nuestros desafío es hacer las veces de esos discos de la Billos para la tarea que tenemos en frente.

    Gracias una vez más,

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