Hace poco más de un año, el Centro de Estudios del Desarrollo (CENDES) de la Universidad Central de Venezuela, el Observatorio Venezolano de la Salud, la Fundación Bengoa para la Alimentación y Nutrición, la Fundación 5 al día, el Centro de Investigaciones Agro-Alimentarias de la Universidad de Los Andes y el Colegio de Nutricionistas y Dietistas de Venezuela, presentaron un documento con sus comentarios e interrogantes ante la publicación del informe de la FAO que corresponde a la serie “Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional”, específicamente el capítulo sobre América Latina y el Caribe (2016). Las mencionadas instituciones concluían con la siguiente: “Posición Institucional – La alimentación de los venezolanos está severamente comprometida, tanto por las dificultades para acceder a los alimentos debido a una drástica reducción en las cantidades que se consumen, la severa escasez debida a la contracción de la producción nacional y la merma de las importaciones, como por la persistente inflación (la más alta en ALC en alimentos primordiales en la dieta de los niños pequeños, como fórmulas infantiles y leche completa), que han impactado los indicadores biológicos. Estos muestran un incremento de la desnutrición en todas sus formas, de la desnutrición grave entre 2014-2016 y la pérdida de peso de la población en distintos estratos, así como el deambular de la población hambrienta en las calles de nuestras ciudades y poblados, hurgando en la basura en busca de comida, conductas propias de situaciones de hambrunas ya superadas en otros países de la región.”
Es obvio que estamos frente a una crisis, pero es bueno, para ubicarnos adecuadamente, que citemos algunas definiciones de los expertos (Hintze, S., 1997)): “Concebimos lo alimentario como el conjunto articulado de prácticas y procesos sociales, sus productos y consecuencias, que abarcan desde los recursos naturales sobre los cuales se produce la materia prima para la elaboración de alimentos hasta el consumo de dichos alimentos y sus consecuencias….En ese marco, consideramos a la problemática alimentaria, como el conjunto de cuestiones que se plantean alrededor de lo alimentario y al referirnos al problema alimentario abarcamos cualquier situación que no pueda ser enfrentada con los medios habituales, relativa a las prácticas, procesos, productos y consecuencias de lo alimentario”.
Es claro entonces que en Venezuela enfrentamos una problemática alimentaria que involucra a la economía, el sistema de gobierno, los productores, los veterinarios y agrónomos, las cadenas de distribución,… en otras palabras, a todo un complejo sistema que requiere de políticas públicas coherentes para ser resuelto. Ha llegado entonces el momento de generar un sistema de conocimiento, entendido este como la interacción entre la investigación, la innovación, la educación superior y el conocimiento profesional y ciudadano de manera de generar, ofrecer, demandar y utilizar conocimiento para apoyar el desarrollo de políticas públicas.
En el recién publicado documento Las capacidades del Estado, la generación de políticas públicas y la Cuarta Revolución industrial: ¿Importan los sistema de conocimiento? producto colaborativo de una serie de organizaciones (Capability (Finlandesa), Demos Helsinki (Finlandesa), HELVETAS Swiss Intercooperation (Suiza), Politics & Ideas (global), Southern Voice (global), UNESCO Montevideo and Using Evidence (Canadiense)) se presenta la siguiente gráfica (tomada directamente del documento) que muestra lo que, en opinión de los autores, deberá estar estrechamente entrelazado a la hora de definir políticas públicas en el futuro cercano:
El documento describe entonces un listado de cambios posibles en los sistemas de conocimiento para garantizar que los Estados generen y utilicen eficientemente las posibilidades de estos sistemas para apoyar la definición de políticas públicas. A efectos de esta nota nos detendremos solamente en las nuevas características que se visualizan en la educación superior:
“• La programación como una nueva forma de alfabetización que tendrá que comenzar desde las escuelas primarias.
• Los sistemas de educación deberán poner énfasis en la enseñanza de pensamiento crítico y habilidades de colaboración.
• Debería ocurrir una combinación de educación humanística y aprendizaje de habilidades adicionales. dependiendo de dónde se está en el viaje educativo. Las técnicas y el plan de estudios en una institución de artes liberales pueden ser adaptados al contexto cultural y financiero de una institución.
• Los trabajadores del futuro tendrán que ser capaces de aprender nuevas habilidades y olvidar las viejas.
• La educación de pregrado, posgrado y la investigación tradicional seguirá siendo importante para la sociedad, pero deben generarse espacios para que los estudiantes adultos puedan continuar su aprendizaje: así, los institutos de educación superior, en colaboración con los gobiernos y la industria, deberán preparar a esos estudiantes “de toda la vida”.
• Las instituciones educativas deben crear mecanismos para investigar la enseñanza y los objetivos de los cursos de aprendizaje diseñados en colegios superiores y resaltar los cambios tecnológicos y sus efectos sobre la vida y los usos industriales.
• Para los sistemas de formación técnica y profesional, el sector privado podría ayudar a organizar el aprendizaje en el trabajo de los estudiantes y promoción de carreras a través de campañas públicas, carreras vocacionales en la educación e invertir en los sistemas de formación técnica y profesional”.
No es poco el peso asignado a la educación superior, si es que queremos involucrarla en los sistemas de conocimiento requeridos para resolver la problemática alimentaria venezolana. ¿Está la cultura académica lista para enfrentar el reto?
Referencia citada en el texto Hintze, S. (1997). Apuntes para un abordaje multidisciplinario del problema alimentario. M. Álvarez y LV Pinotti (Comps.), Procesos socioculturales y alimentación, 11-34.
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