Desde hace varios años el sistema escolar venezolano atraviesa por una severa crisis. Contribuyen a la misma diferentes aspectos, tales como: falta de un salario digno a los maestros, ausencia de reconocimiento social, escuelas en condiciones inadecuadas, falta de agua, luz y servicios poco eficientes, por solo mencionar algunas.
Aunado a lo anterior, debemos resaltar que el programa de educación tradicional está dirigido a todos los alumnos, como si estuvieran en igualdad de condiciones, sin tomar en cuenta la diversidad de situaciones que ocurren, y que se agudizan con la educación a distancia, por la ausencia de internet en muchas zonas, y la falta de computadoras de los alumnos. Así, la función del maestro se reduce a enseñar y la del alumno a aprender un contenido muchas veces alejado de su propia realidad.
Un punto a tomar en cuenta es que el niño habitante de sectores en desventaja económica vive en un ambiente ruidoso, con ausencia de libros, y madre o familiar con bajo o ningún nivel educativo, que difícilmente pueden ser de ayuda o estímulo para realizar las numerosas tareas asignadas en la actualidad.
Al ser los niños de sectores en desventaja económica parte de la población más vulnerable no es de extrañar que el abandono a las aulas sea cada vez más frecuente. Se produce una paradoja: una escuela que utiliza un lenguaje predominantemente verbal, con énfasis en contenidos, muchas veces abstractos y poco vinculados con la realidad de los niños, niñas y adolescentes, al tiempo que estos comprenden mejor el lenguaje visual, y se manejan con más facilidad en el espacio y tiempo, es decir en hechos concretos.
La escuela no percibe la diversidad de sus alumnos, impone aprendizajes supuestamente importantes para la vida social. No toma en cuenta el ritmo de aprendizaje de los alumnos, y un grupo de niños se va quedando rezagado y el abandono a las aulas es cada vez más frecuente.
Por los motivos expuestos se hace necesario diseñar un modelo que permita a los niños acceder en las aulas escolares a una visión diferente del modelo tradicional y lograr la motivación para permanecer en las aulas. En este sentido es conveniente mencionar los aportes de la Psicología de la Gestalt a la Educación como es la educación confluente creada por Brown (1975) (1) y cuyo modelo ha sido probado en México, Brasil y otros países latinoamericanos.
La educación confluente es el término para la integración de los elementos afectivos y cognitivos en un grupo de aprendizaje. El elemento afectivo se refiere a los sentimientos o aspectos emocionales de la experiencia y del aprendizaje. El elemento cognitivo está relacionado con la actividad de la mente en conocer un objeto, en el funcionamiento intelectual.
Se trata, este tipo de educación, en la atención centrada en la persona, en su capacidad, su talento, su unicidad, más que orientada a la enseñanza de la materia, de conceptos, destrezas de disciplina. La educación confluente se fundamenta en el crecimiento individual cuyo objetivo es dirigir la enseñanza hacia un aprendizaje significativo, relevante para la existencia de la persona. Se plantea la instrucción como un descubrimiento. Lo que se trata es de romper algunos prejuicios convencionales acerca de la enseñanza y el aprendizaje, sin sacrificar las metas de un sistema educacional para la democracia.
Un punto importante es que involucra a la familia y la comunidad en el proceso educativo.
Estaremos ahondando en más detalles de este modelo men próximas notas a esta bitácora.
* Psicóloga Universidad Central de Venezuela
Referencias
[1] BROWN, George Isaac: Human Teaching for Human Learning, Penguin Book, 1975, USA.
Zully Del Fiacco
junio 5, 2021Saludos. Interesante pregunta, es el «deber ser», pero la concepción educativa que manejamos los educadores y las familias, por lo menos en Venezuela, está centrada en el conocimiento y deja en segundo plano la dimensión afectiva del ser, en este caso de los niños. La labor escolar se dedica a trabajar en función de unos conocimientos establecidos en un programa que los niños deben aprender, olvidando que la disposición o la actitud (dimensión afectiva) es fundamental para el aprendizaje, es decir que la dimensión cognitiva requiere de la dimensión afectiva en ese procesos de aprendizaje. En los nuevos contextos de aprendizaje provocados por la pandemia, los padres han asumido un papel más activo en el proceso de aprendizaje de los niños, pero igual se centran en los conocimientos y generan tensión en los niños porque se sienten malhumorados, obligados y desganados para cumplir la tarea de ayudar a sus hijos, lo cual no favorece el aprendizaje. Ahora bien, la dimensión afectiva no solo se toma en cuenta para mantener la disposición o la actitud para aprender sino que también debe ser desarrollada, es necesario ayudar a desarrollar la autoestima y la motivación de los niños como base para las relaciones interpersonales, la colaboración, la solidaridad, entre otros atributos requeridos para la vida y el desempeño posterior como ciudadano.
Deanna Albano
junio 7, 2021Completamente de acuerdo con la Prof. Zully Del Fiacco en la importancia de la dimensión afectiva para el aprendizaje significativo. Están incluidos en el dominio afectivo lo que un niño siente en el querer aprender, como se siente a medida que aprende y como se siente después de haber aprendido. Esta interacción con el maestro y /o con la madre o familiar permitirá identificar posibles conflictos, intereses, y sobre todo adquirir la confianza de que sus inquietudes serán atendidas. Sobre todo hay un aspecto importante es que no todos los niños pueden aprender a un mismo ritmo, tomar en cuenta estas diferencias sin penalizar al alumno más retrasado, ayuda desarrollar un clima de confianza, en el aula de clase.
InterConectados
junio 8, 2021Pero Zully y Deanna, cuidado!! Recuerden la teoría del caballo muerto. !Debemos cambiar de cabalgadura!!! Nada de crear un Comité para estudiar el caballo. Es aquí donde está el verdadero reto, en inventar el nuevo caballo!
Zully Del Fiacco
junio 8, 2021No creo que en las opiniones dadas se haya declarado «algo muerto», pues en el caso que nos ocupa se ha tratado de poner en evidencia que «conocimiento y afectividad» son dos pilares importantes para el proceso de aprendizaje, el cual a su vez soporta, positiva o negativamente, la vida futura de los aprendices. Creo que no se proyectó ninguna indagación sobre el particular a través de las declaraciones.
Sully
junio 28, 2021Creo que lo planteado por las profesoras es una realidad, que además de acertada, vimos agudizarse con la pandemia. Temas como la educación a distancia entre niños que no cuentan con los recursos no hablemos únicamente tecnológicos (internet, computadora, etc), sino de red de apoyo (familiar con tiempo y disposición para asistir al niño). La escuela y los maestros han constituido siempre un «factor protector » para muchos niños de hogares en situaciones menos ventajosas. Mi experiencia en estos temas es bastante limitada, pero me atrevería a pensar que parte del cambio de paradigma educativo tendría que venir de enfocarnos no en la carencia, sino en lo que sí se tiene, en lograr un entendimiento de la situación y los recursos con los que sí se cuenta en la comunidad y en el conocimiento que resulta útil y el contexto en esos contenidos se vuelven significativos. Es decir, esa matemática aplicada a su realidad del día a día, esas habilidades de lecto-escritura enfocadas a un objetivo que le sea relevante en su contexto. Al final del día es atender a ese ¿Por qué debo aprender esto? ¿De qué me va a servir?
Deanna Albano
junio 28, 2021Completamente de acuerdo con la Prof. Sully, la tendencia debe ser trabajar no con las carencias, sino con las posibilidades. Igualmente hay que tomar en cuenta las potencialidades de los alumnos y no las limitaciones. Hay un factor muy importante en los sectores más vulnerables que es la solidaridad. Y por supuesto las materias deben tener conexión con la realidad de los alumnos. Otro punto sugerido por una profesora que no quiso manifestarse: No todo el mundo puede aprender al mismo ritmo.
El maestro actual debe ser creativo, poder resolver situaciones diferentes, y sobre todo comunicarse con la madre o familiar a cargo del niño para solucionar situaciones imprevistas.