Ciencia ciudadana e interculturalidad: retos del sistema educativo venezolano
Citizen science and interculturality: some challenges of the Venezuelan educational system
Horacio Biord Castillo (*)
La creciente globalización de las relaciones sociales en todo el mundo ha facilitado una interacción de países, culturas y lenguas cada vez mayor. No obstante, en el campo lingüístico, algunos idiomas tienen una prevalencia y un mayor prestigio social como parte de ideologías sutiles, pero de rápida aprehensión y efectos valorativos. En el campo sociocultural, la interacción que se ha generado y que se hace más patente quizá en países del hemisferio occidental muchas veces ha sido descrita como “multiculturalismo”. Sin embargo, este concepto con frecuencia pudiera parecer excesivamente ecléctico para describir situaciones de subordinación, subalternidad e invisibilidad social. Así, pues, al hablar simplemente de multiculturalismo se pudiera evadir la ponderación de ciertos problemas o limitaciones, especialmente de carácter ético. El multiculturalismo, sin más, pudiera interpretarse como una mera conjunción de culturas, independientemente de que se establezca de manera explícita o no una jerarquía valorativa e incluso potencial o eventualmente segregacionista, como se ha visto en algunos países europeos en especial a raíz de la llegada de inmigrantes subsaharianos y sudamericanos. Esto supondría que el multiculturalismo funcionaría, en realidad, como un estadio intermedio o una forma de encubrimiento de las alteridades sociales o diversidad sociocultural. En dicha etapa transitoria los cambios sociales acelerados, muchas veces bajo coacción no explícita o no aparente y otras fuertemente influidas por valores etnocéntricos, nacionalistas y chovinistas, pueden generar una transculturación y una pérdida de aquellas culturas o recursos culturales portados por los grupos subalternos. En el caso de América Latina, si bien el multiculturalismo de encubrimiento ocurre como fenómeno fundamentalmente urbano, es de destacar la plurietnicidad intrínseca de los países de la región y asimismo fenómenos concomitantes, no siempre aceptado socialmente, como el racismo, la exclusión y la discriminación, fundamentalmente hacia poblaciones indígenas y afrodescendientes, pero también hacia otros segmentos sociales como poblaciones rurales y migrantes.
Una actitud contraria, es decir incluyente y no excluyente, sería la interculturalidad, asumida como una valoración positiva de las diferencias. Vista así, la interculturalidad conlleva un enriquecimiento de las sociedades y culturas mediante un intercambio de diversos recursos culturales y significados, símbolos, conocimientos tradicionales, saberes y haceres. Sobre todo, se requiere una actitud de respeto y valoración de la diversidad sociocultural y lingüística. Así, pues, la interculturalidad vendría a ser un sistema axiológico positivo sobre la diversidad, esta última como carácter constituyente de las sociedades latinoamericanas.
Como en los otros países de América Latina, en Venezuela los diversos segmentos constituyentes de la sociedad envolvente, generalmente tildada de “nacional”, han empezado a cobrar visibilidad en el imaginario social de cada país. Entre ellos, debe destacarse los pueblos indígenas, los afrodescendientes, grupos de inmigrantes de antigua o reciente data así como poblaciones rurales y grupos y enclaves urbanos, resultado estos últimos de migraciones internas o externas aunque también de grupos locales absorbidos por los fenómenos de crecimiento urbano y conurbación. En virtud de ello, la interculturalidad debería ser asumida y promovida desde la escuela y la universidad. En otras palabras, la educación formal, en sus diversos niveles y modalidades, debería asumir la interculturalidad como eje transversal. Sin embargo, también tal perspectiva debería ser proyectada por lo que en algún momento se llamó “la ciudad educativa”, es decir por aquellos elementos, en especial los medios de comunicación social, susceptibles de generar aprendizajes y transmitir contenidos y conocimientos. Sin duda, las redes sociales serán un gran apoyo en la tarea de promover valores sociales positivos sobre la diversidad sociocultural y lingüística. Sin embargo, dado el carácter de las redes sociales la ciencia ciudadana, participativa y constructora de consensos, debería interesarse en la elaboración de una estrategia social, ampliamente aceptada, de valoración positiva de las diversidad sociocultural y lingüística.
(*) Laboratorio de Etnohistoria y Oralidad. Centro de Antropología “J. M. Cruxent”. Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas. Dirección electrónica: hbiord@gmail.com
María Angelina Rodríguez
noviembre 7, 2024Interesante revisión de los dos conceptos multiculturalidad e interculturalidad. Me parece pertinente considerar este último como la visión que se acerca a un enfoque de la CC inclusivo, abierto y respetuoso del otro y de las diferencias, atentos siempre a preeminencia de los valores y parámetros de vida y consumo de la sociedad occidental, que las redes sociales han resaltado y masificado.
Con esta visión y lo que he leido hasta ahora de las ponencias, me atrevo a decir que estamos construyendo un nuevo paradigma de hacer ciencia ciudadana, en especial, en esta región de América Latina tan diversa y rica culturalmente. Una visión que reconozca los atributos de los ciudadanos y los aportes que harían en la producción de conocimiento, para ellos los científicos y académicos, debemos dejar de la lado la «soberbia intelectual» y abrirnos a los saberes, las costumbres y modos de vida de los ciudadanos. Saludos