Introducción
El proceso de movilización del conocimiento en Latinoamérica, según Cecchi (2006), se ha ido desarrollando en forma diferente en cada país: por ejemplo en México, Costa Rica y Colombia, al igual que en Venezuela, los pioneros del aprendizaje-servicio fueron docentes y estudiantes de las Universidades; en contraste con Argentina, Chile, Bolivia y Brasil, así como en República Dominicana, donde el mayor protagonismo lo tuvieron las escuelas medias; y en Uruguay, en cambio, comenzaron por la escuela primaria (p. 11). En este sentido, con la entrada en vigencia de la Ley de Servicio Comunitario del Estudiante de Educación Superior (LSCEES), decretada en 2005 en Gaceta Oficial N° 38.272, las Universidades del país ganaron la oportunidad de convertirse en instituciones participativas de acción social, capaces de influenciar a las comunidades de su entorno para colaborarles en la solución de sus problemas, a través de sus estudiantes.
El surgimiento de la Ley trajo consigo la aparición de nuevos conceptos y la necesidad de formar nuevas estructuras a lo interno de las Universidades, lo cual ha originado la necesidad de lograr una coordinación efectiva entre los actores institucionales encargados de planificar, la forma de llevar el conocimiento hacia las comunidades que demandan la prestación del Servicio Comunitario. Dentro de la misma perspectiva, la LSCEES, en aras de promover el cumplimiento del servicio comunitario, introduce el concepto de aprendizaje–servicio como una “propuesta pedagógica partiendo de una premisa: la solidaridad puede ser no sólo un contenido de enseñanza, sino que las actividades solidarias desarrolladas por los estudiantes pueden ser en sí mismas una fuente de aprendizaje, si se planifican adecuadamente” (Cecchi, 2006) (p. 4).
Al respecto, la mencionada Ley, en su artículo 7, numeral 5, establece como uno de sus fines, formar, a través del aprendizaje-servicio, el capital social del país. Esto conlleva a reflexionar sobre la responsabilidad que recae en los docentes universitarios, de todo este proceso producto de enlazar a la Universidad con la sociedad, para compartir el conocimiento y que, la primera deje de ser una isla, y la segunda, se integre como parte de un todo. Tomando en consideración lo anterior, este resumen pretende apuntar hacia la labor docente desde las competencias que debe poseer un tutor de SC, para que el traslado de conocimiento sea efectivo.
La Problemática
En el contexto de la movilización de conocimiento entre la universidad y la sociedad, aparecen los tutores (docentes) de proyectos comunitarios, como parte importante de la etapa de planificación y como orientadores en la ejecución del proceso, a quienes se les debe capacitar y preparar para desempeñarse, en función de que se logre una intervención exitosa en las comunidades, un aprendizaje efectivo para los estudiantes y un acercamiento integrador de la universidad con la sociedad. No obstante, Duarte (2012) destaca el hecho de que en los docentes tutores prevalecen valores basados en el hedonismo, la competitividad, el egoísmo y el individualismo. Así mismo, afirma que es notoria la carencia en actitudes axiológicas como: responsabilidad social, equidad, tolerancia, trabajo en equipo colaborativo y la solidaridad, entre otras, necesarias para promover nuevas formas de relación social para aprender a vivir juntos en armonía con la naturaleza, con los demás y consigo mismo (p.75). De igual forma, se conocen experiencias en las tutorías de SC que no pasaron del cumplimiento a desgano de una asignación de ejecución obligatoria para el docente.
Conociendo lo anterior, y destacando que la metodología Aprendizaje-Servicio, por un lado, facilita un aprendizaje eficaz y de calidad de contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales ligados al currículum, y por el otro, permite que el servicio y la labor voluntaria desemboquen en la transformación de la comunidad (Alonso y Otros, 2013), es oportuno deducir que los docentes tutores necesariamente deben incorporarse al entorno y considerar nuevos métodos de comunicación para expresar y compartir conocimientos y destrezas, así como trabajar en el fortalecimiento de los valores de conciencia solidaria que promuevan las relaciones entre individuos, con el colectivo, con sus modos de vida respecto a lo cultural y a lo social.
Docentes Tutores de SC: Funciones
En el contexto del servicio comunitario, los docentes tutores son asignados a un proyecto por la coordinación correspondiente dentro de la estructura universitaria y son los responsables directos del funcionamiento y ejecución por parte del estudiante inscrito en el proyecto, en todas y en cada una de sus etapas. De acuerdo con los reglamentos de SC de tres de las principales Universidades del país (la Universidad Central de Venezuela, la Universidad de los Andes y la Universidad de Carabobo), en términos generales, la función del docente tutor del SC será desempeñada por miembros del personal académico y de investigación de la institución, que hayan recibido capacitación en el tema comunitario, y quienes velarán por el cumplimiento del servicio por parte de los estudiantes. Así mismo, partiendo de la generalidad, estos reglamentos (cuyos enlaces se encuentran en las referencias) establecen entre las funciones de los tutores de SC, en primera instancia, en lo que respecta a los estudiantes que le han sido asignados, proponer a los estudiantes proyectos de SC, prestarles la asesoría adecuada y oportuna, hacerles seguimiento y certificar el cumplimiento de sus actividades y horas de servicio, revisar, evaluar y firmar el informe final del estudiante una vez culminado su servicio.
En segunda instancia, en lo que respecta a la Coordinación de SC, quien le asigna los estudiantes que estarán bajo su tutoría, el tutor debe relacionarse con la misma para establecer el plan de trabajo, debe acudir a las convocatorias para tratar asuntos inherentes al proyecto, y debe informar por escrito al finalizar un trabajo comunitario y así mismo remitir el informe final entregado por los estudiantes bajo su tutoría y evaluado por él. Finalmente, en tercera instancia, en lo que respecta al ente receptor del servicio, el tutor debe comunicarle y hacerle partícipe de los detalles del plan de trabajo del proyecto, así mismo debe considerar su opinión en el momento de evaluar el informe final entregado por los estudiantes, como beneficiarios de esa prestación del servicio. Todas estas funciones mencionadas se resumen en la figura 1.
Figura 1. Funciones establecidas en los Reglamentos de SC. Elaboración propia (2014).
Así pues, los tutores de SC se presentan como un actor importante dentro de toda la estructura que surge de este proceso.
Competencias de los Docentes Tutores de SC
De acuerdo con Alonso y Otros (2013), la metodología Aprendizaje-Servicio proporciona al docente la competencia curricular y pedagógica de liderazgo. Agregan los mismos autores citados, que ese liderazgo está basado en el apoyo a los diferentes grupos de prestadores de servicio, así como en la comunicación con otros profesionales con los que se trabaja (p. 209). En este sentido, Duarte (2012) ofrece la importancia que tiene para el efectivo desempeño de los docentes tutores de SC, la competencia de trabajar colaborativamente:
“En cuanto al trabajo profesoral en equipo para el desarrollo profesional de los miembros del grupo y de los estudiantes en formación como futuros profesionales, la significancia es notoria por tratarse de una manera de construcción colectiva mediante la cual se refuerzan ineludiblemente, actitudes valorativas de solidaridad y de justicia social en proyectos interdisciplinarios e interinstitucionales entre las comunidades y la Universidad. Se rescata el valor de la responsabilidad para organizarse en equipos docentes para compartir dominios cognitivos, habilidades y destrezas y se favorece el apoyo mutuo para integrar, construir y compartir conocimientos, saberes, criterios, innovaciones y decisiones que mejoren sustancialmente los procesos de enseñanza–aprendizaje.”(Pág. 73).
De la cita anterior se rescata el valor del trabajo en equipo, el valor de construir ideas colectivamente, que además de beneficiar a una comunidad, fortalecerá los valores sociales de los actores de la Universidad; así mismo destaca la necesidad de organización, compromiso y responsabilidad, por parte de los profesores tutores para que esa transferencia de saberes mejore cada día. Continuando dentro de esta perspectiva, Maldonado (2006) citado por Duarte (2012), enumera una serie de competencias interpersonales necesarias en el tutor de SC, para llevar a cabo un trabajo colaborativo en equipo con sus pares: 1) capacidad crítica y autocrítica; 2) capacidad de trabajar en equipos interdisciplinarios; 3) capacidad para comunicarse con expertos de otras áreas científicas; 4) capacidad de ser partícipes tanto en la toma de decisiones, como en la cooperación activa de cara a la satisfacción de las necesidades colectivas, más allá del derecho y el deber a ser cumplido; y e) el compromiso ético entre otros.
Por otro lado, Valcárcel (2003) agrega las competencias sociales y afectivas, como otro factor del desarrollo profesional para el docente, en cuanto las primeras le permiten acciones de liderazgo, de cooperación, de persuasión, de trabajo en equipo, entre otros; favoreciendo así la formación y disposición de sus estudiantes en el ámbito social comunitario, y las segundas, le garantizan elementos motivacionales que le fortalecen la responsabilidad y el compromiso en su trabajo de asesor y en el logro de sus objetivos académicos (p. 55). Estos tipos de competencias, implican aprender a relacionarse y a solidarizarse con otros, transmitiendo el conocimiento. Todas las competencias enunciadas, fundamentadas en ideas de solidaridad y justicia social, en concordancia con las exigencias de las comunidades, fortalecerán el trabajo docente de tutoría en proyectos comunitarios, vinculando la intencionalidad pedagógica con la intencionalidad solidaria, correctamente articulado con los contenidos curriculares.
Conclusiones y Recomendaciones
Según todo lo planteado, el docente tutor deja de ser el centro del proceso de enseñanza-aprendizaje para convertirse en un agente que interactúa y colabora para que el conocimiento se transmita. Su labor es esencial como persona que facilita, lidera y media entre el alumnado y las entidades sociales para el buen desarrollo del proceso y para hacer frente a las no pocas dificultades que aparecen en él (Alonso y Otros, 2013). Desde esta perspectiva, recomienda Duarte (2012) el diseño de políticas de gestión para definir estructuras organizativas más integradoras a efectos de darle mayor fluidez a la transferencia de conocimiento a la sociedad; así mismo, propone promover la cultura del trabajo colaborativo, así como la integración y comunicación entre los docentes tutores, a fin de facilitar la aplicación de nuevas metodologías y fortalecer el vínculo con lo social, lo pedagógico y lo comunitario desde la Universidad.
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