Isaac Nahón Serfaty *
En la primera entrega de esta serie, a través de la lectura e interpretación de una máxima rabínica que tomamos del Pirkei Avot (Tratado o Ética de los Padres que reúne una serie de prescripciones morales), analizamos el valor del Maestro como interlocutor para el aprendizaje, como amigo, e incluso como relación que ayuda a formar un carácter benévolo y generoso.
Ahora mostraremos de qué forma la tecnología devalúa el valor del educador, tanto por su impacto más inmediato en la enseñanza a distancia, y por lo que se proyecta en un futuro transhumano, en el que el ser humano pasará a ser un objeto marginal en el esquema general del orden del mundo.
El efecto Zoom
Desde hace dos años he estado dando mis clases en la Universidad de Ottawa a distancia usando Zoom y otras plataformas similares.
Aunque no se puede negar la ventaja de contar con una plataforma que facilita la comunicación con muchas personas en distintas geografías, y que permite la celebración de clases, conferencias, encuentros a escala global, la impresión que me queda después de haber enseñado varios cursos en línea es que la primera característica del “efecto Zoom” es la despersonalización de la relación entre maestro y discípulo, al menos con la mayoría de los estudiantes que prefieren quedarse detrás de un cuadro negro y no interactuar con el profesor.
Se me dirá que hay que adaptarse a las nuevas tecnologías, y usar las opciones de estas plataformas para hacer el proceso de enseñanza más atractivo para los estudiantes. Es cierto, pero esta es una media verdad, pues no toma en cuenta otra realidad que va más allá de los cursos en línea. Los estudiantes están hoy inmersos en el uso compulsivo de las tecnologías que hace que la dinámica de enseñanza en persona, en la sala de clase, también esté mediatizada por las pantallas de sus teléfonos y computadoras que captan constantemente su atención.
Uno de los síntomas de esta adicción a las pantallas tiene que ver con el problema de la “economía de la atención” en Internet, tal como la definiera Goldhaber. El educador enfrenta una constante competencia por atraer ese recurso escaso que es la atención, en una ecología de medios que envía cientos de millones de contenidos, imágenes, juegos, informaciones, emoticones, reacciones de “me gusta”, corazoncitos, buscando capturar el interés de las personas.
El educador siempre estará en desventaja ante la mayoría de estudiantes. Solo una minoría mantendrá la atención en el espacio pedagógico de encuentro entre maestro y discípulo.
También enfrentamos el problema de las expectativas. Los niños y jóvenes de las nuevas generaciones han crecido en una sociedad del entretenimiento. Viven constantemente bajo la impresión de que deben divertirse, que el mundo es sobre todo diversión. Si no se cumple esta expectativa en la sala de clase o el curso en línea, entonces el curso resulta aburrido y el educador es un ser insignificante o incluso “malvado” por no complacerlos en sus ansias de vivir en una constante fiesta divertida.
Pero los dilemas que presenta la tecnología informática no son muy distintos de los que presentó la televisión en su momento para la educación. Muchos pensaron que la televisión podía usarse con fines educativos, como de hecho se logró en cierta medida.
Nadie puede negar el impacto positivo de algunos programas de televisión en la formación de niños y jóvenes (pensemos en Plaza Sésamo en los Estados Unidos y otros países, o de Sopotocientos en Venezuela).
Es cierto que Internet y las redes sociales tienen un gran potencial educativo (son un reservorio de información y conocimientos que es accesible de forma global). La diferencia con la televisión, sin embargo, es tanto cualitativa como cuantitativa, y todavía no comprendemos muy bien los cambios cognitivos y afectivos que las plataformas como Facebook, Instagram, TikTok, Google y otras similares están provocando. Hay algo de aprendiz de brujo en este proceso, y el brujo no ha visto todavía todas las consecuencias del hechizo que ha conjurado.
La Inteligencia Artificial y el educador perfecto
Los cambios en la enseñanza a distancia o las consecuencias de la comunicación digital son apenas la punta del iceberg de las transformaciones que estamos por ver en el mundo de la educación.
La Inteligencia Artificial (IA), gracias a la capacidad algorítmica de procesar miles de millones de datos a una velocidad cada vez mayor, podrá eventualmente sustituir al educador de carne y hueso. De alguna manera, el maestro que nos propondrá la IA tendrá todas las “ventajas” del educador humano según los criterios de estos tiempos (será “divertido”, sabrá de todo, expresará las emociones adecuadas), sin las desventajas del humano que se cansa, que expresa emociones, a veces adecuadas y a veces no tan adecuadas, que no lo sabe todo, y que puede cometer errores.
En el metaverso, los hologramas de los meta-educadores darán sus cursos en los salones de clases sin los “problemas” que causan los educadores humanos. Representarán una gran ventaja económica y política, como analizaremos en las próximas entregas de esta serie. La muerte del Maestro se hará entonces realidad. ¡Qué viva el meta-maestro!
En el próximo artículo analizaremos cómo la cultura de un nuevo puritanismo prepara el terreno para prescindir del Maestro que no entre dentro del molde de la “virtud” según sus dogmas.
* Profesor asociado de la escuela de Comunicación de la Universidad de Ottawa
Leonardo Picón Lobo
enero 28, 2022Considero que parte del proceso educativo significa interactuar con compañeros de aula y docentes. De allí surgen relaciones que duran muchos años en distintos ámbitos.
Lo digo por mi hija adolescente, que se alegró mucho cuando por primera vez todos los alumnos del colegio donde ella estudia se presentaron, luego de casi dos años sin vivir esta experiencia por la pandemia.
Así que hay cosas que la tecnología, por muy útil que pueda ser, no puede sustituir.
Henry Vazquez
enero 31, 2022Interesante el tema que expone una discusión ontológica importante; me recuerda a la discusión permanente entre el uso del libro en físico (para mí insustituible) y el libro en electrónico como últimamente se presenta; así como otras lecturas por la Web. Quizás estamos en presencia de una de las criticas más fuerte de la Cuarta Revolución Industrial (4RI), observando la sustitución o reemplazo del educador de carne y hueso por otro totalmente robotizado, será sí? O como alegan sus defensores: es el educador el que debe prepararse para aprovechar las bondades de la 4RI y sus aplicaciones. Extensa y productiva discusión. Gracias por escribir sobre este tema.
Yajaira Freites
febrero 1, 2022Estupenda la descripción acerca de lo que tenemos que enfrentar en esa enseñanza por zoom…. no somos tan entretenidos como los cortos por YouTube.
¿Pero me pregunto que tiene que decir los psicólogos/psiquiatras/neurólogos acerca de un modelaje por IA? ¿Acaso no somos seres que requerimos afectos, de la interacción afectiva con los otros? ¿de los gestos (¿seran suficiente los emoticons?) de nuestros congéneres?
Todo esto plantea ¿acaso una redefinición de lo que es humano?