Isaac Nahón Serfaty *
En el anterior artículo de esta serie de cuatro analizamos cómo una cultura puritana que propone dogmas cuasi-religiosos y a veces radicalmente religiosos se ha convertido en la punta de lanza de una ideología que quiere acabar con la libertad del acto pedagógico, y con la figura del Maestro. En este cuarto y último artículo veremos cómo la política (y también una economía política) se moviliza para devaluar el papel del Maestro en la sociedad, para convertirlo en un engranaje de un programa de dominación que pretende imponer cómo la gente debe pensar, hablar y actuar.
La libertad, siempre la libertad
Desde las retóricas de la extrema izquierda hasta la de la extrema derecha el problema es el mismo: cuando hay libertad resulta complicado imponer la ideología “buena”, la que prescribe las virtudes y penaliza a quienes se desvían de ella. Ocurre en Cuba, en Venezuela, pero también en Hungría, en Polonia y en Brasil. Pasa en Irán, así como en universidades en los Estados Unidos y Canadá. Nadie en el mundo está a salvo de las arremetidas contra la educación y contra el Maestro.
Recientemente la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) adoptó los Principios de Libertad Académica y Autonomía Universitaria. En sus considerandos sobre la importancia de estos principios, la CIDH señala su “preocupación por las denuncias existentes en varios países del hemisferio sobre represión a colectivos estudiantiles y sindicatos universitarios, al igual que acoso, hostigamiento, ataques, recortes presupuestales a instituciones académicas y retaliaciones de distinta índole en contra de integrantes de la comunidad académica a través de medidas arbitrarias o discriminatorias”. Y tiene razones para estar preocupada.
Venezuela en el abismo
El ejemplo más patético de estos ataques contra la educación, en todos sus niveles, es el de Venezuela. Aunque el régimen chavista se llene la boca diciendo que ha mejorado la educación primaria, secundaria y universitaria, los hechos demuestran todo lo contrario. La más reciente Encuesta de Condiciones de Vida (ENCOVI) presentada por la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) revela que entre el período 2019-2020 y el año 2021, la cobertura educativa global (para las edades comprendidas entre 3 y 24 años) cayó 5 puntos porcentuales, al pasar de 70% a 65%. Según el estudio, 500 mil jóvenes dejaron de inscribirse en las instituciones educativas.
La especialista en demografía Anitza Freites dijo en la presentación de los resultados de ENCOVI que “Se ha reducido el acceso a la educación inicial, con las implicaciones que eso tiene para la formación elemental de los niños en esas edades. Los estamos excluyendo de recibir el apresto inicial que todo joven necesita”.
La encuesta indica que apenas el 17% de la población de 18 a 24 años todavía permanece dentro del sistema educativo. Se constata también una importante movilidad desde la educación privada a la educación pública, imposible de atender por las instituciones estatales, cuya infraestructura y capacidad operativa están por el suelo. La investigadora Freites indicó que “como consecuencia, hay un número importante de jóvenes que han quedado en un limbo, porque no tienen posibilidades de estudiar y tampoco tienen oportunidades para incorporarse en el mercado de trabajo con un empleo de calidad”.
A esto se debe agregar el bajo nivel de remuneración de los educadores. Los maestros y profesores del sistema público de educación primaria y secundaria en Venezuela, dependiendo de cómo se hagan los cálculos, ganaban entre 1,84 en 2020 y 7,71 dólares mensuales en 2021 (comparado, por ejemplo, con un sueldo mínimo mensual de los docentes de 450 dólares en Colombia y 250 en Bolivia). En el caso de los profesores en las universidades públicas, el salario va de 7 a 11 dólares mensuales, según el escalafón.
A estas magras remuneraciones, hay que agregar la sistemática desinversión en las universidades autónomas y experimentales durante el régimen chavista, la destrucción de la infraestructura de enseñanza e investigación, los robos y vandalismo contra laboratorios y aulas, el éxodo de profesores e investigadores, la caída de la matrícula en muchas carreras, y la persecución contra docentes universitarios, algunos encarcelados y sometidos a juicios ante tribunales militares.
En Venezuela la muerte del Maestro no es una figura de estilo para hablar de los peligros que acechan a la educación. Es una realidad cruel, como lo han demostrado los repetidos casos de educadores empobrecidos que deben pedir dinero para pagar por los tratamientos de una enfermedad e incluso para comer. De una forma brutal nos muestra cómo una sociedad que no pone en práctica la máxima con la que empezamos esta serie de artículos sobre la importancia de hacerse de un maestro, de adquirir un amigo y de ser benevolente con todos, puede caer en el abismo de la corrupción y la banalidad del consumismo. Y todo aderezado por el hipócrita discurso virtuoso de una clase gobernante emborrachada por el poder.
* Profesor asociado de la escuela de Comunicación de la Universidad de Ottawa
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febrero 3, 2022Importante divulgar este punto: Recientemente la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) adoptó los Principios de Libertad Académica y Autonomía Universitaria. Gracias por proveer el enlace al documento.