Thais Castro (*)
Las narraciones nos acompañan desde niños, nos enseñan moralejas, a resolver problemas, a tener empatía y, además, fomentan la imaginación y la creatividad. Pero ¿puede la narración ser vehículo del conocimiento? ¿Es la narración compatible con la ciencia? ¿Cómo puede ayudar la narración a comprender y memorizar conceptos científicos?
La narración es la forma en que compartimos experiencias y entendemos el mundo que nos rodea. La ciencia, por otro lado, se basa en la observación, la experimentación y el análisis objetivo de datos para formular y probar hipótesis. La narración y la ciencia comparten un objetivo común: comunicar ideas de manera efectiva. Sin embargo, la ciencia se adhiere a estándares rigurosos de evidencia y verificabilidad, mientras que la narración puede involucrar elementos subjetivos y artísticos. Esto plantea una tensión entre la precisión científica y la expresión narrativa. Pero ¿y si vemos la ciencia como algo que está en nuestro día a día y no como algo alejado y reservado para algunos pocos?
Narrar significa contar, no necesariamente distorsionar la realidad o los hechos, que es quizás el miedo de los científicos y educadores.
Jerome Bruner, profesor y psicólogo estadounidense, escribió una serie de ensayos sobre la educación, los cuales fueron reunidos en un libro llamado La educación, puerta de la cultura (1997). En el capítulo 6 de este libro, Bruner habla sobre la importancia de la narración en la ciencia y explica que la narración puede ser una herramienta invaluable para la enseñanza y la divulgación científica. Las narrativas ayudan a los estudiantes a conectar conceptos abstractos con situaciones concretas, lo que facilita el proceso de aprendizaje. Además, la narración puede despertar la curiosidad y el interés en la ciencia e inspirar a futuras generaciones de científicos.
Al contar historias sobre científicos, descubrimientos y experimentos, se crea un contexto emocional que puede aumentar la comprensión y la retención del material, de esos conceptos, esos experimentos o esas teorías que muchas veces no son fáciles de comprender (Chapela, 2014).
Érase una vez la ciencia
La narración puede simplificar conceptos científicos complejos y hacerlos más accesibles para un público no especializado o para personas que han tenido poco acceso a la educación científica.
Tomemos como ejemplo la teoría de la evolución de Darwin:
- Sin narración: La teoría de la evolución propuesta por Charles Darwin explica cómo las especies cambian a lo largo del tiempo a través de la selección natural y la variación genética.
- Con narración: En un viaje a las Islas Galápagos, Darwin observó la diversidad de especies que había en el lugar. Al estudiar las diferencias entre las tortugas de caparazón duro y las de caparazón blando, y un grupo de pájaros de diferentes islas, llegó a la conclusión de que las adaptaciones al entorno conducían a la supervivencia y la reproducción de ciertos rasgos. Así nació la idea revolucionaria de la evolución.
A través de la narración, la teoría de la evolución se convierte en una historia vívida y cautivadora, enriquecida con detalles y contexto histórico que facilitan su comprensión y memorización. Lo mismo ocurre, por ejemplo, con teorías como la de la extinción de los dinosaurios, que tanto llaman la atención de los niños y jóvenes, quienes continúan pidiendo libros sobre el tema.
La narración puede ser una herramienta poderosa en el ámbito científico, siempre y cuando se utilice con cautela y se complemente con evidencia sólida y análisis crítico. Al combinar la objetividad de la ciencia con la emotividad de la narración, podemos crear una experiencia educativa más enriquecedora y significativa para todos.
(*) Licenciada en Letras, Universidad Central de Venezuela.
Referencias
Bruner, J. (1997). La educación, puerta de la cultura. Machado Grupo de Distribución. [Caps. 6 y 7]. Para saber mas sobre Bruner y su obra, recomendamos leer su trabajo en el enlace.
Chapela, A. (2014). Entre ficción y ciencia: El uso de la narrativa en la enseñanza de la ciencia. Educación Química. 25(1), 2-6. https://www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=S0187-893X2014000100001&script=sci_abstract
Xiomara Borges
abril 1, 2024Galileo Galilei, nació por allá en el siglo 16. Fue un astrónomo, ingeniero, matemático y físico italiano, relacionado estrechamente con la revolución científica. En alguna oportunidad dijo que “en cuestiones de ciencia, la autoridad de miles no vale más que el humilde razonamiento de un único individuo”. Recordemos que Galilei se enfrentó a la iglesia e incluso a otros astrónomos al defender que la Tierra y el resto de los planetas giran alrededor del Sol.
Él basó su opinión en observaciones y mediciones científicas, no en sus creencias, gracias a que su observación metódica de alguna manera se divulgó, ahora sabemos que él tenía la razón.
Leonardo Picón
abril 1, 2024En el boletín marzo 2024 dice un párrafo. “Compartir los resultados de sus investigaciones con la sociedad, requiere para el sector académico de una eficaz divulgación. Desde escuchar y comprender las demandas sociales hasta fomentar la participación ciudadana para que la colaboración academia-sociedad permita que los ciudadanos se involucren activamente en la búsqueda de solución de problemas.”
Es así como la narrativa es un gran recurso para acercar la ciencia a la sociedad y mediante la interacción se puede construir la ciencia ciudadana, que requiere de la eficaz divulgación.